Como recoge un reciente artículo del El Mundo, analizando su eficiencia energética, casi todos los edificios son imperfectos, puesto que no aguantan bien el invierno y pierden el calor que producen o no son capaces de mantenerse frescos en verano.
Algunos de los edificios históricos situados en la Gran Vía de Madrid o el tramo histórico de la calle de Alcalá pierden, por ejemplo, hasta un 30% de energía por la cubierta y otro 25% por el deficiente aislamiento térmico de las puertas, balcones y ventanas de sus fachadas.
Hasta hace poco tiempo, tal precisión a la hora de medir la eficiencia energética de los edificios era difícil de obtener y, hasta cierto punto, conocer los detalles podía resultar innecesario y hasta incómodo. Pero ahora el derroche energético podría estar llegando a su fin.
"A partir del 1 de junio, con la entrada en vigor del Real Decreto de certificación energética de edificios, vamos a poder conocer cuánta energía demanda nuestro edificio y también cuánta se pierde", explica Marta Húmera, responsable de proyectos de la Fundación “La Casa que Ahorra”, dedicada a la sensibilización ante la eficiencia energética en los edificios.
Actualmente existen diversas técnicas para hacer el cálculo de la calificación energética. Una de ellas es la termografía, un sistema que permite medir ambos factores in situ y en tiempo real mediante cámaras. "De forma cualitativa podemos averiguar por qué partes de la envolvente del edificio se están produciendo emisiones de energía al exterior y conocer cuáles son las debilidades del mismo, así como problemas de humedades o fallos en cerramientos", indican en la fundación.
Las imágenes, bien interpretadas, son muy reveladoras de los problemas energéticos de los edificios. Pero el trabajo no debe quedarse en la toma de datos. Una vez se han detectado las pérdidas energéticas, se tendrán que acometer una serie de actuaciones.
Un recorrido por dos de los edificios históricos de Madrid más emblemáticos, el Banco de España y el Edificio Metrópolis, nos permite, de manera superficial, detectar sus pérdidas energéticas. A través de las imágenes tomadas por las cámaras es posible apreciar el calor que emiten desde los tejados de los edificios hasta los peatones y los coches. Todo emite calor al entorno.
En la valoración de la eficiencia energética un amarillo brillante significa más temperatura, y por lo tanto mayor pérdida de energía, mientras que un azul oscuro detecta los puntos más fríos. Los colores rosas y morados se sitúan en un nivel intermedio. No obstante, lo deseable no es obtener un color u otro, sino una uniformidad en fachadas y cubiertas.
Si en una ventana se ve el cristal morado y la carpintería amarilla, esto quiere decir que se está produciendo un puente térmico y la carpintería está perdiendo energía dado que emite mayor temperatura. "Lo ideal sería encontrar fachadas de edificios uniformes, pues también en función del material existe una distinta emisividad", añade Húmera.
De este modo, en el Edificio Metrópolis de Madrid, situado en la esquina que une la calle Alcalá con Gran Vía, se puede apreciar cómo la cúpula, al igual que su cartel, se ha calentado más que la fachada. Ello obedece más a los materiales con los que está realizado que a un posible defecto de aislamiento. "Por eso la cúpula refleja más radiación y aparece a mayor temperatura", explica Melgosa, vicepresidente de la Asociación Española de Termografía y autor de la foto.
La época en que se realice la toma de fotografías termográficas también es importante. En invierno, un defecto de aislamiento se verá desde fuera amarillo, pero en verano, si el edificio está refrigerado, se verá de color azul, pues se escapa el frío.Cada vez existe más demanda de termografías para conocer la eficiencia energética de las viviendas, una herramienta que también podrá usar un certificador energético a fin de incluir recomendaciones de reforma del inmueble en el certificado energético, que será obligatorio a partir del 1 de junio.
Según señalan desde la Fundación La Casa que Ahorra, los tasadores energéticos o las empresas especializadas en certificación energética “podrán ofrecérselo al cliente como un extra para el diagnóstico de patologías, pero no es indispensable para certificar”. Edificios representativos, como el Banco de España, deberán mostrar su certificado energético al tratarse de inmuebles públicos y transitados.
Aunque el análisis termográfico es válido para todos los edificios, lo cierto es que cuando se habla de edificios emblemáticos y fachadas protegidas, las acciones de rehabilitación de edificios no serán iguales que en inmuebles convencionales. Es por eso que los expertos recomiendan hacer estudios interiores para comprobar la viabilidad de los proyectos y así diseñar proyectos de rehabilitación específicos.
Las medidas idóneas vienen establecidas por la rehabilitación energética, donde cobran especial protagonismo la mejora de la envolvente, el aislamiento de la fachada y la sustitución de ventanas. Además, si se acometen las reformas oportunas y acertadas, una nueva inspección termográfica posterior nos hará ver si ha sido correcta, comparando las imágenes previas con las de la reforma, aseguran los expertos.
"Aplicando medidas de eficiencia energética los propietarios de los edificios residenciales de las calles Gran Vía y Alcalá podrían ahorrar en torno a un 50% de la energía", explica Húmera. Extrapolando esta situación a locales comerciales o edificios de administraciones públicas que presentan una elevada demanda energética, tanto en calefacción y refrigeración como en iluminación y servicios, solo en estas vías principales de Madrid sus propietarios o promotores podrían ahorrar millones de euros en energía en un espacio de tiempo muy limitado.
Termografiar un inmueble también tiene sus costes, que dependerán en gran medida de sus estructura. Para un gran edificio, hacer un análisis con rigor de su envolvente tendrá un coste de 1.000 a 1.500 euros, que puede incrementarse en caso de actuar en edificios con mucho vidrio o muros cortina.
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